lunes, 31 de marzo de 2014

Así comienza...


«Es verdad que en el pequeño pueblo en que vivimos, al que llegan los fines de semana unos cuantos excursionistas a hacer senderismo y alpinismo, los hay que piensan que no existo. Probablemente piensan que casi no veo, y que mi letra —a esta altura de mi vida— debe ser un galimatías ilegible. ¡Dios, me encantan estas gentes! Hacen que me sienta viva.
Mientras ellos piensan esas cosas, yo en mi preciado retiro, en mi letargo de osa, en el mayor de los secretos, escribo mis cuadernos de tapas azules donde voy contando poco a poco nuestras vidas; las suyas y la mía».

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